I.
El príncipe Tamino se ha extraviado en algún paraje de Egipto mientras una gran serpiente lo persigue. Agotado, el joven termina por desmayarse. Es salvado por tres misteriosas damas, quienes matan con lanzas al monstruo. Ellas están cautivadas por la belleza del joven y deciden ir y hablar sobre él a su señora, la Reina de la Noche.
Cuando Tamino despierta ve a la serpiente muerta. Aparece un hombre fantásticamente vestido de plumas: es Papageno, el pajarero. Tamino le pregunta si fue él quien lo salvó y Papageno responde que sí (sin darse cuenta que es oído por las damas). En castigo por mentir ellas le ponen un candado en la boca y a Tamino le presentan un retrato de Pamina, la hija de la Reina de la Noche. El príncipe se enamora al instante de la joven del retrato. Según le cuentan las damas, ella ha sido raptada por el malvado Sarastro. Entre truenos y relámpagos se presenta en ese momento la propia Reina de la Noche, para ofrecer a Tamino la mano de su hija si logra rescatarla.
Guiado por tres pequeños genios, Tamino debe penetrar en los peligrosos dominios de Sarastro en busca de Pamina. En previsión de las emergencias las damas le entregan una flauta mágica, cuyo sonido es capaz de amansar a las fieras. También le ordenan a Papageno acompañar al príncipe en su odisea, entregándole unas campanillas mágicas, que hacen bailar a quienes las escuchan.
Mientras tanto, en el reino de Sarastro, Pamina es atormentada por su guardián el moro Monostatos, Papageno es el primero en hallarla y juntos logran evadir al moro. Los pequeños genios dejan a Tamino ante las puertas de un templo. Un sacerdote sale al encuentro del príncipe y le dice que se encuentra en el Templo de la Sabiduría, gobernado por Sarastro, quien no es el monstruo que le hizo creer la Reina de la Noche, aunque es cierto que se apoderó de Pamina. Tamino se siente totalmente confundido, pero unas voces misteriosas le dicen que Pamina vive aún. Feliz, el joven comienza a tocar su flauta, a cuyo sonido acuden Pamina y Papageno, pero son interceptados por Monostatos y sus esbirros. Papageno los neutraliza con sus campanillas mágicas. En ese momento aparece Sarastro y su corte. Pamina justifica su huida por el acoso de Monostatos y Sarastro la tranquiliza, aunque debe mantenerla apartada de la influencia de la Reina de la Noche.
Cuando presencia el primer encuentro de Tamino y Pamina, Sarastro comprende que ese amor es la solución; ordena que Tamino y Papageno sean llevados a la prueba de iniciación para ingresar al Templo de la Sabiduría.
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